Crisis ambiental en el Valle de México alimentada por políticas pro combustibles fósiles

Una quinta parte de la contaminación atmosférica de la Zona Metropolitana del Valle de México proviene del complejo energético de Tula, pese a ello las políticas públicas no lo incluyen.
20 Mayo, 2022 Actualizado el 21 de Mayo, a las 07:59
 La contaminación atmosférica causa muerte prematura. (Foto: Pexels)
La contaminación atmosférica causa muerte prematura. (Foto: Pexels)
Arena Pública

La mala calidad del aire en el Valle de México ya ha provocado tres declaraciones de contingencia ambiental por ozono en los primeros 20 días de mayo. Este viernes la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe) volvió a activar la Fase I de contigencia ambiental por niveles críticos de ozono en el Valle de México.

Estas crisis ambientales en la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) que afectan severamente la salud de los pobladores no son nuevos, a pesar de que las autoridades locales han implementado diversas medidas para atenuar la mala calidad del aire con un éxito relativo, como lo reconocen estudios internacionales como el recientemente publicado en The Lancet Planetary Health por Richard Fuller, coautor del estudio y director de la organización global sin fines de lucro Pure Earth y Rachael Kupka, directora ejecutiva de Global Alliance on Health and Pollution.

Sin embargo, estos esfuerzos para combartir las fuentes de contaminación que afectan la calidad del aire de la ZMVM y de otras regiones del país, se ven truncado por políticas federales que parecen caminar en sentido opuesto, como las políticas energéticas que favorecen la explotación intensiva de combustibles fósiles.

“Si bien hay muchos desarrollos positivos, también hay ejemplos negativos, como los proyectos de extracción de combustibles fósiles y los planes de construcción de centrales eléctricas de carbón que avanzan”, dice el reporte Emissions Gap Report 2021 publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA)

Uno de los casos más graves de fuentes de contaminación en la ZMVM es “el sector energético y el petroquímico en la región de Tula, Hidalgo (vecino de la capital) que producen 45 veces más dióxido de azufre (SO2) que toda la ZMVM”, se lee en el Programa de gestión para mejorar la calidad del aire de la Zona Metropolitana del Valle de México 2021-2030, publicado por la Secretaría del Medio Ambiente (SEDEMA) del Gobierno Federal, el Gobierno de la Ciudad de México, el Gobierno del Estado de México, el Gobierno del Estado de Hidalgo y la Comisión Ambiental de la Megalópolis.

“La dirección de los vientos desde Tula jala o lleva toda la contaminación que emiten tanto la refinería de Tula como la planta termoeléctrica de electricidad de la CFE que son altamente contaminantes y por eso en estas épocas se declaran, pues con mucha frecuencia las contingencias ambientales”, explica Ana Lilia Moreno, Coordinadora del Programa de Competencia y Regulación de México Evalúa, un centro enfocado en la evaluación y el monitoreo de la operación gubernamental para elevar la calidad de sus resultados.

Moreno añade que “mínimo, un quinto de la contaminación ambiental del Valle de México se debe a estos vientos contaminados que vienen de Tula [...] también hay cementeras”.

Derivado la contaminación generada en Tula, ya en 2018 la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) emitió una serie de recomendaciones sobre las violaciones al derecho a la salud, a un nivel de vida adecuado, a un medioambiente sano y de acceso a la información pública; recomendaciones que registra el estudio La responsabilidad corporativa de Pemex a prueba: El caso de los impactos sociales y ambientales de la refinería Miguel Hidalgo, del think tank México Evalúa en mayo de 2021.

Sin embargo, en los últimos años la política gubernamental de fomento a la explotación y refinación de petróleo como el centro de la política energética del país ha favorecido el uso de energías contaminantes. Actualmente se encuentra en construcción la refinería Dos Bocas, en Tabasco, además de inversiones en la modernización de diversas refinerías, con la cual se busca reforzar la seguridad energética en México y lograr la autosuficiencia en la producción de combustibles hacia los próximos años.

“La actual política energética nacional busca ampliar el sistema nacional de refinación, que ya de por sí es responsable de una gran cantidad de emisiones de SO2. La construcción de una nueva refinería en Dos Bocas, Tabasco, así como la ampliación de las ya existentes, que además están muy cerca de centros urbanos, resultará en un incremento significativo en emisiones de SO2 y GEI”, dijo Pablo Ramírez, responsable de los temas de calidad del aire de Greenpeace México.

El problema: Incumplimiento de normas relacionadas con la calidad del aire

Existen seis Normas Oficiales Mexicanas (NOM) que tienen que ver con la calidad del aire y que establecen las concentraciones aceptables para la población en relación con los riesgos a la salud. La actualización más reciente fue en 2021 a la norma de partículas PM10 y PM2.5, ozono, dióxido de nitrógeno, monóxido de carbono y plomo, mientras que la NOM del dióxido de azufre se actualizó en 2019.

En 2019 el número de días en que se incumplió al menos una norma de salud ambiental en la zona metropolitana fue de 266, es decir, 73% de los días del año, de acuerdo con el Informe Nacional de la Calidad del Aire 2019, publicado por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), y el Instituto Nacional de Ecología Cambio Climático (INECC).

Diversos estudios internacionales y locales han concluido que la mala calidad del aire incrementa la incidencia y la mortalidad asociada a cáncer de pulmón y enfermedades respiratorias, cardiovasculares y metabólicas. La SEDEMA estima que, “en la ZMVM, se podrían evitar más de 6 mil 500 muertes anuales en caso de cumplir con los límites normados para partículas PM2.5 y (ozono) O3”. Destaca, la dependencia federal, que evitar estas defunciones se traduciría en beneficios económicos que ascienden a 130 mil millones de pesos a precios de 2018.

Se calcula que cada año, en las Américas, mueren más de 131 mil personas en países de bajos ingresos y 96 mil en países de altos ingresos por causas vinculadas a la polución del aire, según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS); mientras que a nivel mundial se causan 7 millones de muertes prematuras y provoca la pérdida de años de vida saludable, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

A nivel mundial, se estima que el 99% de la población respira un aire que supera los límites de calidad recomendados, de acuerdo con la OMS, además, las personas que viven en los países de bajos y medianos ingresos son quienes sufren las exposiciones más altas. Las cifras también señalan que el 17% de las ciudades de los países de ingresos altos está por debajo de los umbrales establecidos, en contraste los países de ingresos bajos y medios, menos del 1% de las ciudades tienen una calidad del aire que se ajusta a los umbrales recomendados.

En este sentido, la política pública en México es “deficiente, incompleta, porque cuando tratamos de acciones de política pública concretas, como dejar de usar los autos o parar la actividad de ciertas empresas, no se está tomando en cuenta [...] los vientos contaminados de Tula”, dijo Moreno.

Refinerías y termoeléctricas, no son los únicos que contaminan

Si bien una parte de la contaminación es generada por el sector energético, los principales contaminantes atmosféricos provienen de la quema de leña y construcciones (PM10 y PM2.5), del uso de combustibles derivados del petróleo (dióxido de azufre), reacciones químicas de óxidos de nitrógeno y los compuestos Orgánicos Volátiles (ozono), combustión de vehículos (monóxido de carbono y dióxido de nitrógeno) y del uso de solventes y gasolinas, de acuerdo con el Centro Nacional de Prevención de Desastres.

Durante 2019 se emitieron 736.63 millones de toneladas de dióxido de carbono, principal gas de efecto invernadero. El sector energético contribuyó con el 64%. De éste, el 37% corresponde a la generación de energía, 29% al autotransporte, 11% a las industrias y 2% a la refinación de petróleo, de acuerdo con el Inventario Nacional de Emisiones de Gases y Compuestos de Efecto Invernadero, publicado por la Semarnat y el INECC.

Sin embargo, “las contingencias también frenan la producción de la ciudad, la actividad económica y también creo que es importante mencionar que no solo se afecta el aire, también hay una contaminación del agua que es importante tomar en cuenta”, dijo Moreno. Y añade la especialista de México Evalúa, “altera también toda la producción agrícola de la zona que es una producción vasta en verduras y hortalizas, en maíz que muchas veces va a dar a las centrales de abastos; entonces también estamos viendo que hay intoxicación”.

El aumento de los niveles de éstos contaminantes, que llevó a la Comisión Ambiental de la Megalópolis a declarar contingencia ambiental por ozono en tres ocasiones en mayo, también lo había hecho en 2019 cuando la contaminación atmosférica por partículas provocó una crisis ambiental extraordinaria en la Ciudad de México entre el 8 y el 14 de mayo provocado por niveles históricos.

Estos episodios de alta contaminación del aire podrían traducirse en severas afectaciones a la salud como una reducción del crecimiento y la función pulmonar, infecciones respiratorias y agravamiento del asma en los niños, mientras que en los adultos la cardiopatía isquémica y los accidentes cerebrovasculares son las causas más comunes de muerte prematura atribuible a la contaminación del aire exterior, y también están apareciendo pruebas de otros efectos como diabetes y enfermedades neurodegenerativas, de acuerdo con la OPS.

Las muertes debidas a la contaminación atmosférica, de acuerdo a la OMS, se calculan en 40% cardiopatía isquémica; 40% accidente cerebrovascular; 11% neumopatía obstructiva crónica; 6% cáncer de pulmón y 3% infección aguda de las vías respiratorias inferiores en los niños.

Los retos: políticas públicas y un sistema de salud eficientes

De acuerdo a un reporte del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), fechado en octubre de 2021, la contaminación del aire es el 9no factor de riesgo de muerte y discapacidad en México. Para los autores del reporte los retos que México enfrenta son disminuir la carga de enfermedad y mortalidad, desarrollar un sistema de vigilancia epidemiológico, ampliar la cobertura de monitoreo del aire, diseñar un sistema de vigilancia de la calidad del aire, normar la exposición a carbono negro y BTEX (compuestos orgánicos derivados del petróleo) y lograr incorporar en los Programas de Gestión para Mejorar la Calidad del Aire PRONAIRE la evaluación de impacto en la salud.

Otras acciones de política pública -señala Ramírez de Greenpace- tienen que ver con vigilar y monitorear el cumplimiento de las normas en materia ambiental, así como “ofrecer alternativas para que la gente pueda transportarse de manera distinta, ya que el sector transporte es el mayor consumidor de energía en nuestro país, Invirtiendo más en transporte público seguro y de bajas emisiones, así como en impulsar las energías renovables, a la par de tener estándares de emisión más estrictos”.

En general, el consenso de los expertos internacionales de la salud y la economía, y de la propia industria, se inclina a una transición hacia las energías limpias en el mundo. “Los elevados precios de los combustibles fósiles, la seguridad energética y la urgencia de hacer frente al doble reto sanitario que suponen la contaminación del aire y el cambio climático ponen de manifiesto la urgente necesidad de avanzar más rápidamente hacia un mundo mucho menos dependiente de los combustibles fósiles”, dijo recientemente Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS, en un reporte de la OPS.

El camino que escogió el gobierno mexicano va en sentido contrario.