A 10 años de la crisis financiera ¿dónde está México?

Vulnerabilidad en el tipo de cambio, alza en tasas de interés y adicción al capital golondrino son el costo que ha dejado "el catarrito" de la crisis financiera en México y otras economías emergentes.
13 Septiembre, 2018 Actualizado el 14 de Septiembre, a las 09:48
La crisis financiera obligó a la Reserva Federal estadounidense a implementar una política monetaria drástica
La crisis financiera obligó a la Reserva Federal estadounidense a implementar una política monetaria drástica
Arena Pública

Es 15 de septiembre de 2008. Hombres y mujeres trajeados emergen de un edificio en Manhattan cargando cajas de cartón. Lehman Brothers, uno de los gigantes bancarios de Estados Unidos, acaba de reventar, y el sistema financiero se está cayendo a pedazos.

Aquel fue el comienzo de la crisis financiera de 2008, la más grande y devastadora en casi un siglo. El golpe fue tal que los mercados globales cayeron al unísono y la onda de choque dejó a gobiernos, empresas y familias con deudas impagables, en el desempleo y sin hogar.

 

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A una década del desastre, la economía estadounidense ya muestra datos sólidos en crecimiento, empleo y otros indicadores.

Sin embargo, las economías emergentes, que en su momento vivieron un auge en sus mercados, son ahora las más vulnerables a los choques económicos externos gracias a la adicción al dinero especulativo que absorbieron durante la crisis.

 

La prolongada caída de un gigante

Aunque el colapso de Lehman Brothers marcó el inicio de la crisis financiera, el problema no fue exclusivo del banco.

La vaina tóxica que infectó al resto del sistema financiero tuvo su origen en la compra de bonos hipotecarios en grandes volúmenes por parte de Lehman Brothers. El valor de estos créditos -conocidos como “subprime”- era pobre, pero la reputación del banco despertó el interés de terceros en ellos, lo cual aumentó su demanda e infló sus precios.

 

 

Cuando el banco cayó aquel día de septiembre, destapó la calidad de los bonos: eran basura, pero para entonces habían sido comprados no solo por otras entidades financieras, sino por gobiernos también.

Varios actores del sistema financiero confiaron en la solidez de activos de riesgo que no tenían respaldo alguno. En el momento en el que se descubrió su valor, el mundo comenzó a desmoronarse bajo sus pies. Cayeron, y se llevaron al público general con ellos.

 

Medidas dramáticas para una situación dramática

La Reserva Federal de Estados Unidos respondió de inmediato con dos medidas de emergencia: estímulos monetarios y una disminución de las tasas de interés.

Los estímulos tomaron la forma de tres rondas de inyecciones de liquidez llamadas quantitative easing (QE). La primera ronda de inyecciones, conocida como QE1, comenzó en noviembre de 2008 y se extendió hasta marzo de 2010. A lo largo de ese periodo se canalizó una media mensual de 35 mil millones de dólares (mdd).

Con la tercera y última ronda de inyecciones (QE3) se pusieron a circular 85 mil mdd mensuales. Aunque tuvieron un efecto visible en los mercados, este no se reflejó en la economía real de Estados Unidos, que continuaba resintiendo la recesión.

 

La crisis financiera golpeó a bolsas en todo el mundo (Foto: Rafael Matsunaga)

La crisis financiera golpeó a bolsas en todo el mundo (Foto: Rafael Matsunaga)

 

El 16 de diciembre de 2008, la Fed anunció su segunda medida de emergencia; una decisión drástica, histórica y necesaria: bajar sus tasas de interés a un rango de entre 0% y 0.25%, nivel que se mantuvo por siete años.

Fue hasta diciembre de 2015 que el organismo anunció un incremento en el precio del dinero en 25 puntos base.

A partir de entonces entraría en efecto lo que se conoce como la “política de normalización” del banco central: una serie de medidas y lineamientos de la política monetaria cuyo fin último es alcanzar tasas de interés que se ubiquen en niveles normales.

 

En otras latitudes

Con los tipos de referencia estadounidenses en niveles bajísimos, los inversionistas migraron en busca mercados en los que el rendimiento fuera mayor y los encontraron en las economias emergentes.

El banco central mexicano -Banxico-, por ejemplo, llegó a disminuir las tasas solo hasta 3%, lo cual atrajo dólares provenientes de la frontera norte.

La llegada de capital fue visible solo en mercados. En todo 2009, la Bolsa Mexicana de Valores registró un crecimiento real del 50% en dólares.

Y no fue la única. El rendimiento de la bolsa argentina fue de 94%, el de la peruana de 117% y el de la brasileña de 149%. 

Sin embargo, esta expansión no se vio reflejada en la economía del mexicano promedio. En 2008, la variación anual del PIB fue de 1.1%, mientras que en 2009 se contrajo 5.3%.

 

El precio del dólar dio varios saltos durante la crisis financiera


En el momento en el que la Fed echó a andar su política de normalización, los dólares volvieron a su lugar de origen y el mercado mexicano se comenzó a desangrar.

Banxico respondió elevando las tasas de referencia en intervalos fuertes. Según datos históricos de la entidad financiera, pasaron de 3% a 8% en tan solo dos años, esto en un intento por atraer de vuelta el capital golondrino.

La escalada continúa aún hoy y la tenencia de bonos en manos extranjeras rebasa los 109 mil mdd.

 

De vuelta a la normalidad

Tomó 10 años, pero los frutos de la política de normalización de la Fed han comenzado a reflejarse en las cifras económicas de Estados Unidos.

A agosto de 2018, estas se encuentran en 2%, el nivel en el que estaban en el mismo mes pero de 2008.

El índice de desempleo reportado por el Departamento del Trabajo se mantuvo en 3.9% en julio y agosto de 2018, y la cifra se ha mantenido por debajo del 4.7% desde comienzos de 2017.

 

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La inflación reportada en julio del mismo año fue de 2.4%, y la tasa se ha mantenido cercana al 2% desde comienzos de 2016. El crecimiento económico, por su parte, registró una variación anual de 4.2% en el segundo trimestre de 2018, según el Departamento del Comercio estadounidense.

El 26 de septiembre, la Fed celebrará la próxima reunión del Comité Federal de Mercado Abierto, donde se definen las tasas de interés. Con cifras económicas que cuadran con los lineamientos establecidos -inflación cercana al 2% y una tasa de desocupación entre 4.1% y 4.7%- todo apunta a que estas continuarán su ascenso hacia la normalización.

 

En México, una nueva normalidad

Para México, la realidad es otra. La fuerte expansión en mercados causada por la inyección constante de dólares extranjeros hizo de la economía adicta a este tipo de capital volátil. La deuda de México con extranjeros por tenencia de bonos equivale a 9% del PIB.

Hoy, ante presiones inflacionarias, el país se ve forzado a seguir subiendo sus tasas de interés, lo cual tiene un efecto estrangulatorio sobre la economía real: un mayor tipo de referencia es un desincentivo para que la población busque préstamos hipotecarios, empresariales o de consumo.

Desde la crisis, el valor del peso frente al dolar se ha depreciado 83% y la economía creció en promedio apenas 2.1%. 

A la salida de estos capitales, la moneda mexicana es más vulnerable a políticas proteccionistas y a los choques del exterior. 

 

¿Un final feliz?

El sistema financiero ha aprendido un par de lecciones y ha actuado con base en ellas tras el golpe tremendo recibido aquel 15 de septiembre.

“Los bancos tienen posiciones de capital y liquidez mucho más sólidas. Se han recortado las entidades fuera del balance y se las ha sometido a un régimen regulatorio. Los bancos grandes se enfrentan a una normativa más estricta, y su apalancamiento es más bajo”, escribió Christine Lagarde, directora del Fondo Monetario Internacional (FMI) en un texto publicado en el portal del organismo el 5 de septiembre de 2018.

Sin embargo, los efectos de la crisis aún están presentes en otras economías, particularmente las emergentes.

Hoy, son estas donde el precio del dinero es más alto: en Argentina la tasa es de 60%, en Turquía de 24% e Irán de 18%. Son también las más expuestas a los choques y dinámicas de la economía mundial.

A esto hay que añadir varios de los retos señalados por Lagarde: la desigualdad excesiva, el proteccionismo, el aislacionismo, el retroceso de las regulaciones en el sector y la ausencia de reformación al interior de las instituciones financieras.

“La respuesta que demos a estos retos determinará si hemos internalizado del todo las lecciones de Lehman. En este sentido, el verdadero legado de la crisis no puede evaluarse debidamente después de 10 años porque aún no ha llegado a su término”, escribió.

 

MÁS INFORMACIÓN: A los 10 años de Lehman, lecciones aprendidas y retos por delante, Fondo Monetario Internacional, 5 de septiembre de 2018

MÁS INFORMACIÓN: Operaciones de mercado abierto, Reserva Federal de Estados Unidos

MÁS INFORMACIÓN: Tasas de interés interbancarias, Banxico