El INEGI y la desinformación

La gente no hace lo que hace INEGI y es urgente cambiar esa situación.
29 Enero, 2019

La semana pasada el INEGI anunció recortes en 14 proyectos estadísticos.

La historia es la siguiente: los diputados le quitaron 500 MDP al INEGI en el Presupuesto de Egresos de la Federación 2019 por lo que, con menos dinero disponible, la junta de gobierno del Instituto decidió cancelar proyectos. Esto es un escándalo, pero entiendo que no sea evidente.

Entre los 14 proyectos afectados es difícil decir cuál representa una mayor pérdida. ¿El Censo Agropecuario, que no se levantó en 2017 por falta de presupuesto? Hubiera aportado información útil y actualizada sobre las necesidades básicas de los campesinos, su falta de acceso a tecnologías productivas y el cuidado del medio ambiente. Parece que este año tampoco voltearemos a ver a la población rural. Sin datos, es como si no existiera.

¿Qué hay de la Encuesta Nacional de Consumidores de Sustancias Psicotrópicas, ECOSUP? Hubiera sido la primera en su tipo levantada por el INEGI. En 2017, la Secretaría de Salud financió la última de una serie de Encuestas Nacionales de Adicciones, a partir de las cuales sabemos que en México hay 165 mil personas que se han inyectado alguna droga ilegal, y que el problema no es sólo de consumo (destinamos 1,300 MDP anuales en prevención), sino también de transmisión de enfermedades como VIH/SIDA y hepatitis B y C por compartir jeringas.

Está perfecto que el gobierno tenga información propia para pleanear sus programas, pero la única forma de verificar si su labor es efectiva, es teniendo fuentes alternativas, independientes y robustas -como las que ofrece el INEGI- para constatarlo... o desmentirlo y corregirlo.

¿A quién le importa la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo? Pues depende. Si tienes madre, te debería interesar a ti. Esta encuesta hubiera permitido saber cuánto trabajo no remunerado realizan las mujeres, que son quienes en mayor proporción cuidan de niños, enfermos y ancianos.

En épocas de Cuarón y de Roma hubiera sido imperante contar con cifras confiables sobre cuántas horas trabajamos las mujeres, bajo qué condiciones y si existe paga por el trabajo realizado. Somos 51% de la población, pero saber sobre nosotras tampoco parece prioritario.

 

Está perfecto que el gobierno tenga información propia, pero la única forma de verificar si su labor es efectiva es teniendo fuentes alternativas, independientes y robustas.

 

Y así podemos reflexionar sobre cada una de las encuestas canceladas: trabajo infantil, protección de datos personales, costo de la corrupción para las empresas, calidad de vida y justicia -es un decir- en las cárceles, etc.

Sin embargo, identifico que el INEGI no ha sabido transmitir la importancia de su trabajo:

 

1.- “Las encuestas mienten”.

Una parte de la población considera que los órganos públicos autónomos son caros e inútiles, lo mismo el INE que el INEGI. Se cree que mantienen a funcionarios con privilegios. No los culpo. Pero la falta de confianza devine de la creencia de que las encuestas del INEGI son sondeos similares a los que se hacen durante las campañas electorales, cuyos resultados están (frecuentemente) inflados hacia quien los paga.

Sin embargo, el carácter autónomo del INEGI garantiza independencia de intereses partidistas; sus criterios científicos las distinguen de los ejercicios realizados por empresas privadas; y no maquilla cifras para dar gusto al gobierno.

 

2.- “El Censo del Bienestar da beneficios inmediatos, mientras que el Censo de Población y Vivienda solo pasa cada 10 años… y no me da nada”.

La gente se siente apapachada por el Censo del Bienestar de la 4T pues le prometen un beneficio acorde a su circunstancia. Es normal sentirse esperanzado. Pero tiene un problema: no es un censo, es un padrón de beneficiarios que -hasta donde se sabe- no cuenta con los criterios mínimos de protección de datos personales ni tiene mecanismos de blindaje contra su uso electoral.

Es decir, en las próximas elecciones seremos vulnerables a que nos quiten el apoyo monetario si cambia el partido en el poder. ¿Recuerdan quién intercambiaba votos por beneficios? El PRI, el PAN, el PRD.

Un verdadero censo tiene metodología y está destinado a uso institucional, no electoral, con criterios de levantamiento casa por casa, y si no estás regresan varias veces para no dejar fuera a nadie. Un censo no se levanta exclusivamente en las colonias populares o donde el partido ganó más votos. Un censo nos cuenta a todos.

 

3.- “El INEGI recibe más dinero que el año pasado y todavía se queja”.

El INEGI recibió este año casi 12,130 MDP; 56% más que en 2018 (7,800 MDP) ¿Cómo es que con más presupuesto recortan proyectos? Pues resulta que en 2018 no tenían que financiarse los Censos Económicos 2019 ni preparar el levantamiento del Censo de Población y Vivienda 2020. Según fuentes del propio Instituto, en 2019 tendrán 6% menos recursos para financiar su operación regular. Y sí, el INEGI debiera informar sobre sus criterios de asignación presupuestal para los proyectos estadísticos.

 

4.- “Hay otras maneras más baratas para hacer encuestas: en línea y voluntarias”.

Las encuestas, para que nos den información útil sobre la población en un territorio, tienen que tener una metodología. No pueden responder solo quienes quieren responder, por lo que no pueden ser voluntarios, y deben recoger las opiniones de personas con características particulares, como edad, ingreso, sexo, nivel educativo, etc. Las encuestas en Twitter no tienen validez externa; es decir, no son representativas de la población general.

Tampoco podemos sustituirlas con patrocinios privados sin que se afecte la credibilidad de los resultados. Ninguna empresa privada podría garantizar que no tiene compromisos con quien la financie. El INEGI se costea con dinero del erario, pero su autonomía constitucional otorga garantías de independencia e imparcialidad de los resultados. Si lo que proponen es que se fondeen con dinero privado, al final nuestros impuestos son los que lo financian. Mejor exijamos que el Gobierno de México reasigne recursos al INEGI y que el INEGI opte por realizar los proyectos, recortando otros rubros.

En resumen, la gente no sabe qué hace el INEGI y eso es algo que urge cambiar, pero la información que ofrece ha sido y seguirá siendo absolutamente necesaria para hacer estudios y contrastar con lo que nos venga a contar este gobierno y los que le sigan.

 

@Sofia_RamirezA

Sofía Ramírez Aguilar Sofía Ramírez Aguilar Directora General de México, ¿Cómo Vamos?. Maestra en Economía. Ha asesorado al PREP del INE y del Instituto Electoral de Tamaulipas. Participó en proyectos de investigación académica con el ITAM y de emprendimiento social con la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey. Fungió como ministro representante de la SEGOB en la Embajada de México en Washington D.C. Fue Directora Adjunta de Investigación Aplicada en Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad.