Querer gravar la marihuana no es andar marihuano…

El tema de la legalización de la marihuana, su regulación para la producción, distribución, venta al consumidor final y, por supuesto, impuestos aplicables, siempre ha sido un tema que me ha llamado la atención.
24 Junio, 2015

La mota es como el amor, siempre hace falta…

Grafiti urbano, Ciudad de México

 

El tema de la legalización de la marihuana, su regulación para la producción, distribución, venta al consumidor final y, por supuesto, impuestos aplicables, siempre ha sido un tema que me ha llamado la atención. A fines de mayo tuve oportunidad de asistir en Bogotá a una discusión con expertos de la Universidad de Ámsterdam sobre estos mismos temas; honestamente, lo encontré fascinante desde la perspectiva académica, pero en la posibilidad de su implementación en la práctica, todavía más. Habiendo escuchado a los expertos holandeses y a los académicos colombianos ocupados en el tema, debo reconocer que en México el debate se encuentra en el mejor de los casos (si es que existe) en su etapa inicial (pero muy inicial).

Estando así las cosas, encontré en National Geographic en español un artículo con mucha información (y aparentemente bien documentado, como suelen serlo los artículos de esta revista) escrito por Hampton Sides, intitulado “Marihuana, entre la ciencia y el prejuicio” [1]. De ahí he tomado diversos datos e ideas que, aunados a mi propia reflexión e inspiración, me llevan a compartir algunos conceptos con ustedes.

En los EUA la marihuana es de uso legal con fines médicos en 23 estados y el Distrito de Columbia; además es ya permitida con fines meramente recreativos en los Estados de Colorado y Washington. Un dato particularmente relevante es que México suministra 25% de la demanda de marihuana en EUA [2] ; ello tomando en cuenta que en nuestro país no está permitida su producción y distribución o exportación. En otras regiones, Uruguay la legalizó a través de votación, Portugal la descriminalizó, Israel, Canadá y los Países Bajos tiene programas médicos con marihuana y la producen y se comercializa regularmente en Jamaica, los Países Bajos y en España bajo esquemas de tolerancia con fines recreativos (y se recauda una cantidad importante de impuestos por ello) [3]  .

En el reportaje citado se mencionan diversos estudios llevados a cabo en EUA, España Israel y otros lugares con impresionantes resultados en materia de control del avance de diversas enfermedades y sus manifestaciones (como las convulsiones en niños); particularmente, en la lucha contra tumores cerebrales aunque, aclara el reportaje, dichos estudios están lejos de ser concluyentes y falta mucho por estudiar pero son altamente promisorios y justifican un esfuerzo mantenido.

En este contexto y pensando específicamente en la marihuana con exclusión de otras drogas “fuertes” (como la cocaína) y particularmente de las sintéticas (que tanto daño hacen) es que podemos hacernos la pregunta ¿tendría sentido legalizar la producción de marihuana por lo menos para su exportación a los lugares donde su consumo sea legal y gravar la actividad de producción, distribución y venta (exportación)?

Me refiero a la legalización antes que al gravamen, pues al ser ilegal la producción y comercialización de marihuana, no es posible someterla al pago de impuestos. Ello deriva de que en nuestro país impera el principio de que los actos ilícitos no producen consecuencias legales; de esta suerte si no hay efectos legales en general no puede haberlos fiscales en lo particular. Ello explica por qué no hemos visto nunca una acusación por discrepancia fiscal o evasión fiscal en general en contra de delincuentes que se han enriquecido con el fruto de sus delitos (cobrando rescates o vendiendo drogas ilegales). Es interesante notar que esta situación es diferente en muchos de los países con avanzada cultura fiscal, donde un ingreso, así sea derivado de actividad ilícita, queda sujeto al pago del impuesto personal sobre la renta.

Pensando en la legalización de la producción y venta para su exportación a países donde sea legal su uso, pensemos que en términos porcentuales en los EUA en el año de 2012 hubo un consumo de marihuana (de por lo menos una vez) por el 14.8% de la población, mientras que en países como Jamaica fue del 7.2%, en Uruguay del 8.3% o en los Países Bajos del 7.0% [4] . En ese comparativo en México durante dicho año el consumo fue del 1.2% [5] ; actualmente, según la Encuesta Nacional de Adicciones de la UNAM citada en el reportaje, hay alrededor de 5.7 millones de usuarios de marihuana en el país. 

No hace falta ser un gran enterado para darse cuenta de que el gran mercado para la marihuana en otros países (y el más modesto pero ciertamente entusiasta mercado nacional) motiva a la gran actividad de producción y distribución ilegal en el país que es la causa de fondo de la guerra contra las drogas y el disparador de gran parte de la violencia en el país. Mucho se ha insistido que a través de un esquema de legalización regulada y vigilada podríamos aspirar a una seria disminución de los índices delictivos; tomemos como ejemplo a Chicago, ciudad en la cual en el primer año siguiente a la conclusión de la prohibición de las bebidas alcohólicas la criminalidad violenta disminuyó en cerca del 85% [6].

Si en vez de luchar contra la producción de marihuana, la regulamos y permitimos su venta exclusivamente para su exportación a lugares donde sea legal su consumo, podríamos, entonces sí, imponer un gravamen a dicha actividad; dicho gravamen podría generar además una recaudación importante, con lo cual en lugar del importante gasto de luchar contra la producción de la marihuana, esta actividad traería recursos al erario.

Sé que esta es una posición controversial y que este tipo de regulación traería toda una serie de complicaciones, pero pienso sin duda que serían menores que las que hoy vivimos bajo el régimen prohibitivo actual. De hecho, como padre de familia, mi mayor deseo es que mis hijos ya como adultos fisiológicamente formados y desarrollados no tuvieran vicios; siendo realista sin embargo, sé que los pueden tener, como todos los tenemos. Partiendo de esta base, si decidieran tenerlo y yo pudiera escoger cuál fuera su vicio y elegir entre que consumieran alcohol o marihuana (uno con exclusión del otro), a riesgo de equivocarme creo que escogería la marihuana; estoy seguro de que a la larga, les haría mucho menos daño.

 


[1] National Geographic en Español, Junio de 2015, Vol. 36 Núm. 6 (pp. 38 a 59). En nuestros comentarios y referencias no se indican específicamente las fuentes citadas por el autor, agradeceremos al lector remitirse al artículo original y en su caso a las fuentes ahí citadas.
[2] Cfr. Op. Cit. Pág. 47
[3]Crf. Op. Cit. Pág. 38. Más información en www.ngenespañol.com
[4] Crf. Op. Cit. Pp. 44 y 45
[5] Idem
[6] Dato que les prometo tomé de una fuente seria, pero que no localizo ahora. En cuanto lo haga subsanaré la cita, pero parece importante mencionar el dato por su representatividad.

 

*Manuel E. Tron, presidente Honorario de la International Fiscal Association (IFA).
Twitter: @metron01
correo: metronp01@gmail.com

 

 

Manuel E. Tron Manuel E. Tron Presidente Honorario de la International Fiscal Association (IFA)