El mañana del PRI

El escenario negativo que pudo tener la Asamblea fue precluido por un priismo en el que las élites y aproximadamente 10 mil delegados de todo el país cerraron filas
14 Agosto, 2017

Una vez concluida la XXII Asamblea del PRI toca poner la vista y reflexión hacia un PRI del mañana que se sabe unir pero que no las tiene todas consigo.

En primer lugar, como partido del Gobierno del Presidente, ocurre que los claroscuros del Ejecutivo recaen sobre el PRI como partido-imagen ante el electorado.

En segundo lugar, el PRI -partido de las reformas necesarias- no tiene necesariamente el reconocimiento en el ánimo del hombre de la calle. Esto seguramente es normal pues la inseguridad y la corrupción opacan las reformas como logros.

En tercer lugar, el PRI asiste al mayor reto de su historia -reciente si se quiere- puesto que le urge tender puentes con la sociedad civil y ser mucho más que el partido del poder. La verdad es que el sabor de boca de las elecciones de gobernador más recientes no fue sino insípido.

Ni hablar, la generalidad de los gobernadores no dejaron bien parado al PRI como opción de gobierno, expediente que, al menos a nivel local, pesa y mucho. Y probablemente pesa también en electores fuera de estados que tuvieron elecciones. ¿Cómo lograr falsificar esa hipótesis?

 

Enrique Peña Nieto presentando su discurso en la XXII Asamblea Nacional del PRI

 

Pero el PRI cayó parado de su XXII Asamblea. Las aristas que pudieron haberlo dividido, es decir, que hubiera prosperado un candidato presidencial emergido de las bases y no de la decisión del gran elector que es el Presidente, no ocurrió como llego a augurarse. Los priistas se unieron en torno de su presidente inequívocamente.

Ello probablemente deja intacto el pasado del 'tapadismo' que inició con la candidatura de Adolfo López Mateos. Es una incógnita el hecho de que la práctica del 'tapadismo' consiga el milagro, más allá de mostrar un PRI unido tras del ungido.

 

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Definitivamente la apertura a candidatos simpatizantes para la Presidencia de la República benefician a José Antonio Meade y a Aurelio Nuño. El Presidente se ocupó de retomar las reformas que les competen. Los dos precandidatos no podían estar más felices. Ahora bien, la ausencia de candados en ese sentido no quiere decir que el próximo candidato -que no se anunciará antes de enero al decir del presidente del tricolor, Enrique Ochoa, no sanja el gran reto de hacer verdadero rapport o cercanía con los electores.

En ello hay que insistir una y otra vez: con los datos de popularidad que traen presidente y partido cuáles serán o será la estrategia para que el PRI y el que será su candidato logren remontar de empuje ante los ciudadanos.

Cierto, se logró eliminar la puerta a la elección de representación consecutiva y ése es sin lugar a dudas un avance. ¿Actuarán en consecuencia los otros partidos que mayormente no gozan del favor ciudadanos y que se han comportado como verdaderos partidos cartelizados ante la ciudadanía? 

 

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Por lo pronto, el escenario negativo que pudo tener la Asamblea fue precluido por un priismo en el que las élites y aproximadamente 10 mil delegados de todo el país cerraron filas.

Cierto. El priismo sabe hacer esto muy bien. Sin embargo, habría que ver si logran amalgamarse la o las estrategias integrales que hagan del PRI un partido que en la pista presidencial y otras como legisladores y presidentes municipales, se acerquen a un treinta porciento de los votos.

La verdad es que el PRI necesita, si no otro discurso o lenguaje diametralmente opuesto, sí posicionar mensajes e imágenes que lo saquen de la baja situación política que hoy es real. Es posible que la enorme fortaleza del PRI no basten para reconquistar el poder.

 

Twitter: @CJonesTamayo

Claudio Jones Claudio Jones Politólogo del ITAM, maestro y candidato al doctorado en Ciencias Políticas por la Universidad de Columbia. Experto en procesos electorales y en el sindicalismo moderno. Co-autor de diversos libros en el CIDAC.