El presidente Trump es antimperialista

Tal vez sea el único emperador en la historia que, voluntariamente, renuncie a alguno de sus dominios poniendo así la primera piedra en la caída de su Imperio, misma piedra con la que se empezará a construir su muro fronterizo
12 Marzo, 2017

La historia nos dice que un imperio es un orden político que gobierna sobre un número importante de pueblos distintos, cada uno con su propio territorio e identidad cultural. Los imperios se caracterizan por mantener sus fronteras flexibles.

Con el tiempo, las distintas culturas se fusionan para constituir una sola. El proceso termina rompiendo las diferencias entre conquistados y conquistadores, formando un “nosotros.”

Así aconteció en Roma, donde los súbditos de los pueblos conquistados, tras siglos de dominación imperial, se les concedió la ciudadanía romana. Inclusive, gente no romana llegó a ocupar altos cargos en el cuerpo de oficiales legionarios, igual en el Senado.

Podemos decir que los emperadores romanos mantenían una visión geopolítica integradora y de libre mercado, todos los caminos llevaban a Roma.

Estados Unidos es el imperio económico de nuestro tiempo y nosotros una de sus colonias, nos guste o no. Su dominio territorial inició en el siglo XIX, con la anexión de buena parte de nuestro país al suyo por la fuerza. El fundamento jurídico del Tratado Guadalupe Hidalgo de 1848 fue cosmético.

Estados Unidos es el imperio económico de nuestro tiempo

Al tiempo de la anexión, eran pocos los mexicanos que habitaban el norte del país, pero consumada ésta y en pleno siglo XX, con el desarrollo que los norteamericanos llevaron a esas tierras, es que se inicia la migración de millones de mexicanos, es decir, una colonización a la inversa, de aquí para allá. Como sea, la historia de ambos países es compartida, culturalmente fusionados.

En la actualidad, el dominio se ejerce de diversas formas. Un ejemplo es la mano de obra mexicana que, sin importar el lado de la frontera en que se encuentren nuestros nacionales, en ambos países son explotados con salarios bajos; ya trabajando en los campos o restaurantes de Texas y California, ya en Puebla o Guanajuato armando autos. Al final, súbditos todos del Imperio, como lo hacían los romanos.

Comercialmente, el dominio se ejerce invirtiendo en México. Es una forma de dominación que les reporta grandes ganancias que no se quedan aquí. Hay que admitir, sin embargo, que ésta forma de dominación es lícita y trae también beneficios.

 

México y los mexicanos somos parte fundamental del imperio que los norteamericanos crearon.

 

Con más de cien millones de consumidores, los mexicanos les compramos productos básicos, medicamentos, tecnología, autopartes, maquinaria, gasolina, insumos para la construcción, servicios hoteleros, profesionales, financieros, marítimos, aéreos, etc.

¿Marcas? Coca Cola, Starbucks, McDonald’s, General Electric, Monsanto, Marriott, Holiday Inn, GMC, Ford, Kellogg’s, Goodyear, Kraft, The Home Depot, Citigroup, Apple, Nike, Halliburton, Procter & Gamble, etc. Las grandes cadenas de distribución son americanas, Sam’s Club, WallMart, Costco, etc. La lista es interminable.

La venta de materias primas y productos agropecuarios baratos, sin procesar, son otra forma de tributar al imperio.

Por todas estas razones, México y los mexicanos somos parte fundamental del imperio que los norteamericanos crearon. Negar a México sería para ellos como cortarse un brazo. Cuando fuimos colonia del imperio español, en plena explotación de las minas de oro y plata mexicanas, ¿nos hubieran repudiado?

 

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Benjamín Orozco, 31 de enero de 2017

 

¿Usted recuerda los 20 mil millones de dólares que en enero de 1995 el gobierno americano nos prestó? La noche del 30 de enero de aquel año, Bill Clinton fue informado de que a México le quedaban 48 horas de vida.

Sumando al Fondo Monetario Internacional y otros organismos financieros, nos prestaron finalmente cuarenta mil millones de dólares. Dos años después, México pagó los 20 mil más 1,400 millones adicionales por concepto de intereses. Resultó no sólo una buena política, sino también una buena inversión, palabras de Clinton.

¿Nos prestaría Trump 20,000 millones de dólares ahora mismo? Evidentemente no, paradójicamente y por increíble que parezca, es el propio Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica quien está renunciando a su colonia, cerrando fronteras, expulsando súbditos y limitando el comercio para forjar un nacionalismo económico antimperialista.

Con esta visión, tal vez sea el único emperador en la historia que, voluntariamente, renuncie a alguno de sus dominios, poniendo así la primera piedra en la caída de su Imperio, misma piedra con la que se empezará a construir su muro fronterizo.

 

@borozco16

Benjamín Orozco Manjarrez Benjamín Orozco Manjarrez Abogado especialista en Delitos Fiscales y Financieros. Fue Titular de la Unidad Especializada en Investigación de Delitos Fiscales y Financieros de la Procuraduría General de la República, anteriormente como responsable del área penal del SAT. Abogado postulante (socio fundador) de DDE, defensa de delitos económicos.