El milagro de Plainmoor Ground

Una anécdota única del futbol, esas que se dan una vez en la vida y que marcan la historia de un club.
31 Mayo, 2019
Leyendas del Torquay United (Foto de Press Reader)
Leyendas del Torquay United (Foto de Press Reader)
Tiempo extra

Existen miles de clubes alrededor del mundo, que debido a su ubicación geográfica y su escasez de poderío económico, no se sabrá de ellos más allá del ámbito doméstico. El futbol es un deporte global, prácticamente cualquier ciudad del mundo cuenta con un equipo, que como mínimo está registrado en la federación de su país.

La English Football Asociation tiene afiliados a poco más de 5,300 clubes de futbol, entre equipos amateur, semi-profesionales y profesionales. Entre ellos está el Torquay United, un club fundado en 1899 y que a pesar de que en sus 120 años de historia no ha figurado más allá de la tercera división inglesa, tiene una historia que lo pone en el mapa del mundo futbolístico.

Torquay es un pueblo situado en la costa sur de Inglaterra, forma parte del condado de Devon. Su campo es el Plainmoor Ground, donde el United disputa sus partidos de local desde su fundación; con capacidad para 6,500 personas, en un lleno total puede reunir al 10% de la población de Torquay.

Corría la temporada 86/87 de la League Two (cuarta división), era el primer año en la English Football League (EFL) que se aplicaría el descenso automático para todas las categorías. Torquay United era candidato principal para terminar último en la tabla y con eso consumar un descenso que representaría la desaparición del club. Financieramente, la entidad era un desastre y bajar de división, sería un golpe mortal para el club.

La temporada se desarrolló como se esperaba, “The Gulls”  era un desastre dentro y fuera del campo. El equipo se mantuvo entre el último y penúltimo puesto durante toda la campaña y la gente de Torquay presagiaba la desaparición de su equipo, su máximo atractivo de la semana.

Gran parte de la grada del Plainmoor Ground se había quemado durante un incendio, no había dinero para arreglarla, ni tampoco para colocar los vestuarios. El equipo viajaba en una especie de ambulancia a sus partidos de visitante; debido al tiempo tan ajustado, por órdenes del entrenador caminaban el ultimo kilometro para así realizar el calentamiento.

El United llegaba a la última jornada de la temporada un punto por encima del Burnley que era colista y un punto por debajo del Lincoln City. Una victoria les aseguraba la permanencia, con el empate dependían de otros resultados y la derrota los dejaba prácticamente descendidos. El Torquay se medía en casa ante un Crew Alexandra que ya no se disputaba nada, por lo que no vivían ni medianamente la tensión de su rival.

El primer tiempo fue desastroso para el cuadro local, el Crew se adelantaría con dos goles tempraneros y los resultados en otros encuentros no ayudaban mucho. En la segunda parte, el Torquay marcaría el del descuento. La gente consciente de lo que pasaba en Lincoln City, sabía que un gol  de su equipo era suficiente y los ánimos en la tribuna se intensificaron.

Dentro de los últimos 10 minutos de tiempo regular, el cuadro local buscaba a toda costa el gol del empate, a base de empuje más que de futbol. En un saque de banda a favor del Torquay, Jim McNicholl corre para tomar la bola y justo cuando llega a la línea de banda, sucede lo impensable.

La policía local estaba consciente del riesgo en caso de que el United perdiera la categoría, por lo que en los últimos minutos y con el público efervescente, decidieron colocar oficiales en las bandas, aunque no iban solos, los acompañaban perros policía. La carrera desesperada de McNicholl, provocó que uno de los pastores alemanes reaccionara con una mordida certera en el muslo del futbolista.

Alboroto, confusión y sobretodo una herida que no dejaba de sangrar. A todo esto, el Torquay no tenía más cambios y el reloj corría en su contra. El médico del equipo hizo lo que pudo y le colocó una venda en el muslo a McNicholl, quien no estaba dispuesto a perderse los que probablemente fueran sus últimos minutos como futbolista de la EFL.

El partido continuaba y el árbitro agregaría 4 minutos debido al incidente previo, en el tercero de esos cuatro de añadido, se consumaba el milagro en Plainmoor Ground. Tras una serie de rebotes en el área rival, el Torquay United empataba el encuentro y firmaba su permanencia.

El siguiente día en los periódicos, en la televisión, en la radio y en cada rincón del pueblo, se hablaba del héroe del partido. No, no era Paul Dobson autor del gol de la permanencia, era Bryn el perro policía, ese que milagrosamente con una mordida, mantuvo con vida al Torquay United.

Alonso Revilla Alonso Revilla Apasionado de los deportes, estudiante de Negocios Internacionales en la Ibero, comentarista en EXA 95.5 Querétaro y colaborador en donbalon.com